Artista de rostros y rituales, cada creación suya es una ceremonia en la que se consuma el sacrificio de la tela en blanco, para grabar en ella las cicatrices de las emociones.
La artista se mira para mirar y ser mirada. Inventa un código que lo explique y que lo esconda, que le descubra el rostro y lo disfrace. Ha construido un lenguaje propio, expresarse desde lo más intimo del corazón condensado.
Sus obras son provocación que cuestiona, sus tonalidades, una posibilidad que humaniza.
Margarita Díaz de León