Maite logra integrar el proceso intelectual del ensueño con el despertar, al abrir los ojos recordamos, ante un complejo escenario, las imágenes más significativas del ensueño. Para la artista pueden tratarse de historias y anécdotas familiares remotas que contienen una narrativa tranquila, pero profunda. En el ensueño se mezclan evocaciones pasadas, más no futuras, no obstante, avanzan hacia él. Por eso destaca diferentes reminiscencias, unas más claras que otras.
El ritmo es natural en sus obras dando suficiente protagonismo al fondo. Lo que vemos en sus composiciónes es la transición del ensueño a la vigilia, lo que la mirada interna le muestra a la razón. La mente va estructurando esos datos a manera de apariciones flotantes y plácidas. Así lo siente, lo vive y lo pinta la creadora.